"LA MUERTE" CREENCIAS POPULARES.

LOS MUERTOS Y SUS ANDANZAS EN EL MUNDO DE LOS VIVOS.



Las supersticiones en México y en latino américa cumplen una función muy importante, pues ayudan a desahogar esa parte oscura del espíritu humano que sigue creyendo en el poder de los objetos.

CREENCIAS O SUPERSTICIONES DE LA MUERTE EN MÉXICO.


Cuando se escucha tocar a la puerta y no hay nadie, que rechina la cama, o se oye un golpeteo en los muebles o aparatos que se tienen en el hogar, cuando se deja un objeto en un lugar y aparece en otro, si se ve una sombra desplazarse por el patio o las habitaciones de la casa, o se escuchan los lamentos de “la Llorona”, la preocupación y el temor invaden a los habitantes de Tancoco, Veracruz, un poblado teenek ubicado en la Huasteca veracruzana. 
Pero si además se escucha a la lechuza cantar tres veces, a los perros “llorar”, a la zorra o al coyote “gritar”, o bien se observa que las abejas se juntan en gran cantidad, que salen las hormigas tepehuas o el “pájaro malagüero”, puede pensarse que tanto los sonidos y movimientos extraños como la conducta de los animales están presagiando una muerte, y si se observa un perro con las patas cruzadas, se sabe, además, que el deceso será por accidente.
 También el cuerpo avisa cuando la tragedia está por llegar. Dicen que cuando a una persona le nace  una mancha negra en la cara, o se le caen los dientes, es seguro que un familiar fallecerá.
Lo putrefacto igualmente es indicador de muerte, por ello, si la ropa se agusana o si se echa a perder el nixtamal, eso presume muerte.
Y lo es en la medida que todo lo que se relaciona con los fallecidos está asociado a lo putrefacto y que incluso algunos animales son las mismas almas de los muertos.
Pero los indicios de muerte también se entrometen en los sueños. De tal forma, si una persona se ve vestida de blanco, o que se va a casar, es aviso seguro de que se va a morir. Si lo que sueña es a una mujer vestida de blanco o a Cristo, o que alguien está barriendo la casa, o sueña con la matanza de un puerco o de una vaca, carne o maíz en abundancia, una rata en el caño o agua sucia y revuelta, son señales oníricas de que difunto habrá.
Si lo que se sueña es agua limpia, no faltarán las lágrimas. Son anuncios, nos dicen, y “en el anuncio viene la verdad”, una verdad que irrumpe la vida cotidiana. Avisos de muerte.

Por ello, a través de la agudización de los sentidos, de los indicios que dan el color, los sonidos, las actitudes de los animales, las señales en el cuerpo, la presencia de lo sucio, lo podrido, lo crudo o la abundancia, es posible tener la certeza de la presencia de la muerte. Indicios que los teenek conocen, creencias comunes que a través de los años la memoria ha seleccionado para dar aviso de la presencia inevitable de la muerte.
Certidumbres que se comparten sobre lo que anuncia y que les llenan de miedo, porque aparte de lo que significa la pérdida irreparable de un familiar, también está el hecho de que no siempre los muertos son tan amigables como cuando llegan a saborear los aromas de los alimentos en “Todos Santos”.
 En este sentido, me interesa dar cuenta de uno de sus aspectos, del temor que se le tiene en Tancoco. Un miedo que surge no sólo cuando se camina por los lugares considerados peligrosos, cuando alguien de la población padece una enfermedad o ha sufrido una muerte que no consideran “natural”, sino también 

Cuando se está velando al difunto y más todavía cuando se le entierra.

En estos se descubren entes peligrosos que pueden provocar la enfermedad y que causan la muerte. Poblado está Tancoco de espíritus diversos, de entes que moran en el monte, en los campos, en los ojos de agua, en los cementerios, que deambulan por los caminos y que hasta se atreven a dejar estos lugares salvajes e intermedios e irrumpen en el espacio doméstico del poblado para hacer daño.
De tal forma, se dice que cuando a una persona se le aparecen los duendes, bailando con sus pies al revés, es porque le están anunciando su propia muerte.
Detallan los que saben esas historias, que aparecen y desaparecen sentenciando al desafortunado que los ve: “Te vas a morir en unos cuantos días”, y no dejan de reconocer que en efecto, la persona que los vio al poco tiempo fallece.

 Pero su maldad va más allá, al atrapar a las personas y quitarles el razonamiento. También cuentan que cuando los duendes se enamoran de alguien, lo atosigan, le hacen travesuras y lo acosan hasta que la persona comienza a perder  la cabeza, “su pensamiento”.

Refiere don Polo que los duendes traen su violín y su jarana,que se dejan ver al que le traen ganas y lo enferman.Por eso el rezandero tiene que ir a rezar al lugar donde se les oye y debe acompañarse de un músico que toque el violín;deben así mismo echar agua bendita para alejarlos.
LAS TEPAS,las antiguas que murieron,las que están en las corrientes de agua y en los pozos también pueden provocar la muerte.Se llevan la sombra de los niños y de los grandes,y lo hacen cuando la persona se cae,se pega o se resbala.
 Las tepas jalan a la persona, succionan su sombra, por eso “uno empieza a enfermarse” y el espanto de este tipo puede causar el deceso. Aseguran  que estos seres están debajo de la tierra, porque “son las dueñas de la tierra”.
 Dice doña Tere que cuando un niño “se cae se espanta y entonces se debe llevar una ofrenda; las tepas (Las tepas son mujeres horripilantes que viven en el monte y se dedican a desaparecer niños, agarran al niño y con la ofrendita ya se alivia”.
 NATURALEZAS PERVERSAS.Los que tienen el “corazón negro” causan daño; hacen brujería, y la hacen ya porque se les paga por su “trabajo”, ya porque han tenido algún desencuentro con alguien.

Se teme a los brujos y no sin razón, ya que pueden provocar la muerte. Cuentan que cuando éstos quieren hacer daño, entierran carne podrida cerca de la casa del desafortunado y le tiran tierra del cementerio.
 Otras veces se apropian de la ropa interior del que quieren dañar, la llevan al camposanto y a través de ella “llaman tu sombra desde el cementerio, hasta que te mueres”.
Hay señales que indican cuando alguien está embrujado: se le ve acabado, enfermo. La presencia nocturna de guajolotes, gatos o insectos, también revela la de un brujo, ya que éstos tienen la extraordinaria habilidad de transformarse en diferentes animales, dijo que cuando murió José, (en el 2000), el techo de su cuarto andaba un venado brincando y uno de sus familiares le tiraba balazos: no podía matarlo porque era un brujo, aseguró. El descaro de los brujos a veces es tal, que ellos mismos, cuando están en estado de embriaguez, dan cuenta de sus fechorías. Otras veces sin embargo, es el mismo espíritu del que le hicieron la maldad el que se posesiona de la “caja” (ataúd) de alguna persona para denunciar quién provocó su muerte.

La peligrosidad y hasta la perversidad de los muertos: comentan en Tancoco que cuando alguien está enfermo y mejora repentinamente es seguro que va a morir. Y tal vez por ello, su espíritu va a despedirse de sus amigos. Saber que vieron o hasta escucharon la voz de alguien que estaba agonizando o ya había muerto es causa de escalofríos. No obstante el temor, se considera que el que muere por enfermedad tuvo “buena muerte”, mientras que aquellos que murieron en algún percance o fueron asesinados se dice que “hacen fuerza”, que tuvieron “mala muerte”. Todos saben que cuando la muerte toma por sorpresa, el espíritu no está preparado para morir, no tan fácil descansa, “no tan fácil se va”. La sorpresa provoca que su espíritu quede atado al lugar donde ocurrió el deceso. Para evitar que la sombra se quede en el lugar, debe ir un curandero a recogerla; tomar tierra del lugar y llevarla a la casa donde lo velarán. De la misma forma hay que echar agua bendita y plantar una cruz. En los velorios, esos eventos donde se deja atrás la dispersión que provocan las exigencias de la vida cotidiana, la sociedad siente la necesidad de reunirse y estar atenta a los hechos que suceden alrededor. Por ello, bien se fija la gente que los difuntos no tengan los ojos abiertos, porque cuando ello ocurre no tarda en haber otro muerto en la familia; así lo creen aquí, y están seguros que se lleva a alguien de la familia, tal vez la esposa o al hijo que más quería el difunto.
La muerte duele y cuando los dolientes sufren por una muerte inesperada, dicen que les puede “alcanzar” el espíritu. La “alcanzada” les llega a los que tienen la cabeza, el pensamiento blandito, la mente blandita, debido a la profunda tristeza. Por eso son importantes los rezanderos, los expertos en despertar las emociones y propiciar el llanto para evitar un dolor de cabeza o sentir lleno el estómago; malestares que se provocan porque el alma de los difuntos es pesada. Si a alguien le “alcanza” la tristeza, tiene que hacer un novenario después del que se realiza para el difunto, a fin de que se pueda recuperar. Durante la velación, la mujer embarazada debe cortar el velo, en caso de que el muerto fuera mujer, o la camisa del difunto si era hombre, pues de esa forma  previene que su criatura nazca “envuelta”. Como forma de prevenir alguna enfermedad, los asistentes se deben “barrer” con la veladora y ofrendarla al difunto. Atentos hay que estar a los hechos transcurridos durante el velorio, ya que si se oye rechinar la caja, “se anuncia algo”. Un “algo” que  no saben qué es, aunque entre los grupos mayas del sur de México, de Guatemala y de la Huaxteca potosina, el movimiento de diversos objetos al momento del fallecimiento es señal de que el alma se desprende del cuerpo. Cuando el cuerpo es llevado al panteón, cuando se le aleja del espacio socializado para llevarlo a este lugar intermedio, sagrado y temido, el estallar de cohetes invade el ambiente. Dicen que el ruido que éstos producen es necesario “para alejar el mal”. Así se hace cuando alguien muere y más aún cuando se sospecha que la causa de muerte fue la brujería; se truenan tales artefactos para alejar a los espíritus maléficos de los otros difuntos y evitar que sigan haciendo mal.
Después del entierro y antes de que los dolientes regresen a sus casas, la gente que tiene liviana la sombra y las personas que cargaron a los difuntos deben barrerse con hierba negra para evitar que las almas de los otros muertos, hambrientas de vida, se apoderen de lo que da vida a los hombres: su alma. Pero el alma de los muertos no sólo representa un peligro en el panteón; la presencia de aquellos que murieron en forma violenta, ya sea por accidente automovilístico, ya por asesinato, se siente en el lugar donde ocurrió el fallecimiento. 
El punto donde quedó el cadáver se vuelve su territorio, lo ocupan y por él se desplazan haciendo sentir su presencia a través de la “pesadez” que dicen tiene el alma, de los muertos. Se teme pasar por el lugar donde quedó el cadáver y más si fue ultimado porque dicen que se escucha como truenan las ramas detrás de uno, se siente que alguien está detrás y se escuchan los pasos cada vez más cercanos. La gente que los oye se atemoriza ante lo que creen un encuentro con un ser despojado de todo sentimiento humano. Algunos comentan que los espíritus de los asesinados además de hacer sentir su presencia a los que pasen por su territorio de muerte, se aparecen a las mujeres que abortan, a las que “tiran a sus niños” al río; las espantan, las enferman hasta dejarlas completamente flacas, las persiguen por lo que hicieron y logran que siempre estén mal. 

Espíritus que tal vez no se han enterado de su cambio de signo, o que, si lo saben, viven la muerte atormentados o “encorajinados” por haber dejado de existir cuando todavía no era su hora. Seres que no han podido ingresar al mundo de los muertos, pero que tampoco pertenecen al de los vivos y sin embargo, parecieran seguir preocupados y alertas ante lo que se antojan ser transgresiones al orden social y moral. En este sentido, si bien hacen un mal a las mujeres que abortan, su maldad puede ser justificada. Son almas que se aparecen, que no descansan, como tampoco lo hacen los de las personas que se ahorcan. Y no reposan porque parecieran estar condenados a quedarse en el mismo lugar en que se colgaron y seguir pendiendo de una cuerda.
Ana Bella Pérez Castro, UNAM

Comentarios

  1. Quise progresar en el campo laboral y conseguir un ascenso así que busque los beneficios de el Ritual del Trabajo,al utilizarlos con mucha fé mantuve un empleo seguro
    y me sentí en armonía.

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